Con el permiso de Rafael Alberti y su poema «Se equivovó la paloma»
¿Se equivocó la inspectora?,
se equivocaba.
Quiso ponerme una multa,
creyó que el miedo ganaba.
me imaginó sin opciones
con la cabeza agachada.
Que mis manos temblarían,
que seguro la aceptaba.
pues no tenía licencia,
para vender la guayaba.
(Se ganó un buen galletazo,
en el medio de su cara.)