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MI TÁCTICA Y MI ESTRATEGIA

21 de febrero de 2021

Mi táctica es acusarte, contarle a todos tu falta de cerebro, tu cobardía, tu cisnismo.

Recordar tus viejas promesas incumplidas que pretendes se disuelvan en silencio. Te las traigo de vuelta aunque hales la cadena y creas que tus estupideces se van con el agua por otro camino.

Mi táctica es atacarte y hacerlo sin clemencia, porque la clemencia con tus víctimas nunca la has tenido.

Mi táctica es, desde mi libertad, alumbrar con memes y palabras la verdad imprescindible, con la risa como látigo, recuperar el choteo político cubano, el que no te conviene y quieres callar, pero lo siento, deberías renunciar al sinsentido.

Mi táctica es revelar todas tus patrañas, perseguirlas,  tu corrupción, tu desvergüenza, tus necedades, tu falta de testosterona, tus vicios.

No me importa que tu ejército de clarias, amables o agresivas me ponga el cartel de irrespetuoso o que me denuncien en Facebook y no me permitan compartir mis contenidos. Seguiré de irrespetuoso porque el respeto se gana, no se exige y nadie del gobierno cubano y sus aduladores ni una vez en 64 años lo ha merecido. 

Mi táctica es la sinceridad, decir lo que pienso sin esconderme, soy libre. Yo sí pongo mi rostro en mis perfiles y firmo lo que escribo, con mi nombre de verdad, y no soy guerrero cubano sin rostro ni trucutú de la sabana ni el fantasma aparecido.

Me paso por el arco de triunfo que cada día intenten hackearme inutilmente, es más, me satisface todo el tiempo que han perdido. Acepto no poder entrar a Cuba, me gustaría, pero puedo ir a todas las calas de Mallorca y a Paris cuando me dé la gana o al Reino Unido.

Pago gustoso el precio de vivir sin miedo, de poder cagarme también en Putin, en Trump, en María Purísíma, en el Papa y en cualquier presidente Chino.

Mi estrategia, para cambiar, es diferente. Mi estrategia y deseo, es que un dia cualquiera, mejor hoy, sino mañana o en un mes o un año o en cuatro o en cinco, el cubano se levante otra vez por su libertad secuestrada y se sacuda de su tristeza y de su martirio. Que no alcancen las cárceles ni los esbirros y desaparezca para siempre el comunismo. Y que te lleves a la piedra funeraria o la conviertas en un horno pizzero o se la regales a vendedores de humos de domingos.

Mi estrategia, en resumen, es que la historia además de no absolverte, sin piedad te aniquile.