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LA VERDADERA CARTA DE DESPEDIDA DEL CHE

4 de noviembre de 2022

La Habana, “Año de la Agricultura” 

Pelotudo:

Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, ella había pagado tu fianza en la estación de policía de Coyoacán porque vos quisiste irte sin pagar de la bodega del barrio, (por cierto, nunca le devolviste el dinero). También me recuerdo de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos, vos no parabas de hablar y con tal de que cerraras el pico hasta Carlitos Gardel se hubiera montado en el Granma con vos. Además me trataste a mí de médico y me gustó que lo hicieras porque yo no había terminado la licenciatura. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos, ese día vos  te burlaste de mí por repetir la palabra ché y me colgaste el nombrete. Después supimos que hacías una revolución para que los cubanos te chuparan los huevos y te importaba una pija la cantidad de cubanos que murieran por tu gloria. Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia tu victoria.

Gallego del orto, hoy todo tiene un tono más dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite y cuando me tocaba disfrutar me empujás por la puerta de atrás. Sorete mal cagado, yo he cumplido la parte de mi deber con vos a pesar que nunca lo mereciste y me botás de aquí. Me despido cargándome en la puta que te parió y lamentando la desgracia que ha caído sobre el pueblo de Cuba, que a decir verdad, tampoco me interesó tanto.

No necesito renunciar de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, ni de mi condición de Cubano, ya me lo has quitado todo y me das una patada en el orto. Gracias a vos, nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper con tus nombramientos.

Haciendo un recuento de mi vida pasada lamento haber trabajado con suficiente dedicación para consolidar tu triunfo personal que querés vender como revolucionario y no pasa de simple cuatrero. Mi único acierto es haber desconfiado de tí desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y de comprender con suficiente claridad tus cualidades de manipulador profesional, pero te tenía miedo. No me enorgullece que me usaras y sentí a tu lado el desprecio mayor que se puede sentir por un boludo en los días de la crisis del Caribe. Pocas veces se ha sido tan pelotudo al poner al mundo al borde de una guerra nuclear donde los propios serían los primeros en volar por los aires. Por suerte los rusos se dieron cuenta de que ponías tu ego por encima de la humanidad y te mandaron a la concha de tu madre.

Estoy seguro que esta carta no la vas a hacer pública y vas a inventar otra con frases tan cursis como que otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos y bla bla bla. Me voy con la cabeza gacha y si de algo me alegro es de alejarme de vos.

Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo a muchos fusilados y a otros que me ven y se cagan en los pantalones…y queda un pueblo condenado a la tragedia por creerse que eras el Mesías. En los nuevos campos de batalla trataré de descubrir a los manipuladores como vos, para que no me vuelvan a coger de pelotudo.

Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, la culpa es toda tuya. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, porque me vendés como un pollo frito mi último pensamiento será para todo lo que me perdí en Cuba. No dejo a mis hijos y mi mujer nada material porque me lo quitaste todo y me enciende eso. Espero que tengas la vergüenza suficiente para dejarlos vivir y darles algo de dinero cuando conviertas mi imagen de revolucionario en un negocio capitalista. Lamento dejarlos cerca de vos que con seguridad convertirás a Cuba en uno de los países más miserables del mundo y hasta eres capaz de poner a los niños a gritar todos los días que se quieren parecer a mí, a mí que lo mejor que he hecho en mi vida es fusilar.

Tendría muchas otras cosas que decir a vos, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar mi encabronamiento. Quisiera quemarte ahora mismo, meter tus cenizas dentro de una piedra y tirar la piedra en Santiago de Cuba, donde hay más calor, para que tus cenizas se achicharren bajo el sol. 

Andá a La concha de tu trola madre, forro.

Muérete,

Che