No creas que puedes cambiar la verdad al tener todos los medios de información a tu disposición.
No creas que la historia está de tu lado, porque esa historia la has manipulado demasiado a tu favor.
No creas que es tan fácil convertir jóvenes pacíficos en terroristas como mismo transformas terroristas corruptos en dirigentes falsamente comprometidos con un pueblo que desprecian.
No creas que los esbirros que te aplauden y vociferan en tus actos “espontáneos” te siguen realmente, el mismo miedo que los lleva a apoyarte puede ser el que los haga apretarte el cuello sin compasión cuando te descubran como el caballo perdedor.
No creas que has dominado la valentía de un pueblo, apenas está dormida y la violencia que impones solo genera más violencia.
No creas que el poder te hace infalible, y la soberbia te ciega porque acabas de cerrar tu puerta de salida al pisotear la mano que te ofreció la oportunidad que no te mereces.
No creas que tienes la verdad, lo mejor de los que te enfrentan es que ellos en acto que los engrandece tampoco creen tenerla porque te ofrecieron la posibilidad de encontrarla juntos por el bien de Cuba. Pero tu contraataque cobarde y rabioso lo único que logrará es que esa verdad poderosa que no pertenece a nadie te hunda.