Un día desde una ventana de la torre más alta de tus deseos, escogerás lanzarme tu trenza larga por donde subiré a quedarme para siempre en el cuarto donde me esperas, o tal vez decidas ofrecer tu voz para recibir a cambio de tu preciosa cola de sirena unas piernas que te hagan caminar por la arena de la playa para enamorarme con tu mirada. Puedes incluso decidir acostarte a esperar el beso de mi boca para culminar tu sueño de espera eterna o pretender convertir la ira de tu soledad en el hielo de tu alma que solo mis palabras pueden derretir. Quizás prefieras transformarte en cisne y visitarme en tus noches tristes para deleitarme con tu baile y regalarme pistas de donde puedo encontrarte o tal vez juegues con la duda de ofrecerme la prueba de tu zapato a medianoche para comprobar si estoy dispuesto a llegar al final. Intuyo que sabrás encontrarme con tus labios aunque mis maneras introvertidas se escondan en el cuerpo de un sapo o se vistan con la apariencia de una bestia que te cuidará como a su flor. No me importará entonces que hayas mordido la fruta de la desesperación o la del desaliento y te ocultes en una urna alejada de todos y de mí. Te iré a buscar y no existirán garras de dragón, fuerzas de ogros ni astucias de brujas que logren detenerme. A fin de cuentas eres solo una princesa y estas hecha para mí.