
Pellejo arrugado, vencido por los años
y a punto del olvido,
con comida sin sal y un poco de ejercicio,
encuentra carne fresca, no todo está perdido.
Tirita de carne y pellejo entre los huevos,
perdido entre la tela del viejo calzoncillo.
La mancha amarillenta delata la última gota de orine,
la que nunca se escapa por mucho sacudirlo.
Olvida el despertar erguido en la mañana.
Adiós al chorro que invoca la espuma.
Sobra el agarre de una mano
cuando basta una sujeción de dos dedos.
Antes que desistas de ser un justiciero
y olvides para siempre la palabra locura,
antes que se rían de tu insignificancia
y no puedas recuperarte del imsomnio
Antes de volverte miccionador sin otro uso
o material de consulta de doctores.
Recuerda que tu diste mucha guerra
y hay burdeles en Paris y en Malasia
que aún recuerdan tus duelos.
La pelea acaba al final,
cuando apagan la luz y te meten en la caja.
Hasta entonces hay primavera después del invierno
con una pastillita que se llama Viagra.