Dice mi doctor que mi patología es muy compleja y preciso de un tratamiento urgente. Yo no me dejo convencer y pienso que soy un salto evolutivo de la especie humana, algo así como una mutación casual que me convierte en un ser más completo. No estudié medicina ni entiendo las terminologías médicas rebuscadas, pero no lo necesito para conocerme a mí mismo. ¿Para qué cambiar algo que me mejora y no provoca sufrimiento? Lo que funciona no se toca.
Les explico. Todo comenzó el día en que mi novia de aquel momento, vamos a llamarla Brígida, se decidió a darme placer con su boca. La muchacha lo hizo por compromiso y sin convencimiento, de hecho se demoró bastante en intentarlo. Es mejor mantener la boca cerrada y dejar a los demás con la duda que abrirla y despejar todas las incógnitas. La felación resultó un fracaso, quizás faltaba emoción, Brígida tenía los dientes demasiado largos, su lengua demasiado corta o la boca muy seca. Me sentí Pinocho a punto de coger candela de tanto friccionar el palo seco y probé a decir un mantra para mantener la erección en un ecosistema tan adverso. El mantra me hizo caer en un Nirvana donde comprendí la importancia de la energía vital contenida en el fluido de la vida. Ya Brígida me había advertido que no se lo iba a tragar y por lo tanto lo desperdiciaría. Entonces mi organismo reaccionó al peligro y ejecutó una eyaculación retrógrada. Así es como mi médico la nombra, yo sin embargo prefiero llamarlo: venirse para adentro.
En esta patología, que repito no considero un problema médico, el semen no sale al exterior sino que se queda dentro del cuerpo y termina en la vejiga a través de la uretra. Brígida, como era de esperar, no entendió nada, me acusó de fingir el orgasmo y se fue para siempre. Reconozco que continúo con este tipo de prácticas a pesar de mi médico y les aseguro que la intensidad del placer no disminuye. Todo lo contrario, al culminar el sexo me siento muy feliz, energizado y con ganas de hablar. Cuando eyaculaba para afuera quedaba inmóvil y sin apenas fuerzas ni para decir: qué rico mami.
Como no le hago caso al médico he leído en internet que con estas prácticas el organismo libera menos radicales, ralentiza el envejecimiento y mejora el nivel de vida. No se recomienda si se quiere embarazar a una mujer, pero yo ya tengo hijos. Solo hay una desventaja: la orina se vuelve más densa y se hace más difícil mear. El médico insiste en un tratamiento, pero estoy seguro que me quiere joder porque me tiene envidia. Si quiero la orina más líquida tengo que tomar más agua, eso sí, por lo menos cuatro litros al día.
Para los hombres que deseen recurrir a estas prácticas les recomiendo que alerten a la pareja. Díganle que en el momento del clímax uno se pone pensativo, con los ojos en blanco, como si estuviera chupando todo el aire del cuarto para dentro. Tampoco deben asustarse con el ruido de la garganta, pues a veces sale un sonido a un volumen muy bajo que parece un rezo. Para afuera no saldrá nada más que un suspirito final de relajación. La confianza es vital, por ejemplo mi novia actual sabe que yo la paso fenomenal y ni le molesta que absolutamente todo y sin desperdicio, se quede conmigo dentro.