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EL CAPITÁN ROLANDO

15 de octubre de 2020

El capitán Rolando recordaba con emoción cada momento de su vida revolucionaria. Las guardias en el CDR, en la unidad militar, las miles de donaciones de sangre, los incontables domingos de trabajos voluntarios, las marchas del pueblo combatientes y los mitin de repudio a los gusanos. No se lamentaba de haber abandonado sus estudios de ingeniero en aviación en el cuarto año del ITM porque lo que a él le gustaba era el paracaidismo.

En muy poco tiempo se convirtió en uno de los mejores paracaidistas del pelotón de asalto y a la edad de veintisiete años ya le habían hecho el proceso de crecimiento al partido comunista de Cuba. Como nadie quería aceptó ser el jefe de núcleo del partido de la unidad militar secreta. De esa manera y por carambola Rolando resultó el cuadro más joven en la historia de las fuerzas armadas revolucionarias en ocupar esa responsabilidad.

El destino tenía planes gloriosos para Rolando y en menos de seis meses ya era miembro del comité provincial del partido en La Habana. Se había lanzado en paracaídas en Viet Nam, Etiopia, Angola, El Salvador, Nicaragua y muchas más tierras y lugares que no se puede decir aquí, por referirse a acciones secretas. Nuestro héroe sacaba tambien tiempo para su bella esposa de quien se encontraba felizmente enamorado.

La mujer de Rolando, una rubia despampanante con más ganas de divertirse que el tiburón sangriento en la película de Spielberg, lo veía muy poco y sedienta de pachanga le pegaba los tarros con un vecino bombero. Claro que lo hacía bien y nadie del núcleo del partido se enteraba de la deshonra, pero eso no es relevante en esta historia porque esa información proviene de fuentes dudosas que son financiadas con el dinero del imperio y tienen el objetivo de denigrar a la intachable hoja de vida de los revolucionarios.

Rolando había esperado con efervescencia revolucionaria el octavo congreso del partido para dar su apoyo incondicional a cuanta estupidez dijeran y para pedir el cese del bloqueo. Todas las noches veía la mesa redonda y atacaba en las redes a los post contrarevolucionarios.

El tercer día de discusiones del Congreso Rolando tuvo que hacer un salto de prueba. Tuvo la mala suerte de que su paracaídas principal no se abrió a dos mil metros de altura. Eso le había sucedido varias veces por lo que, Rolando, sin perder los nervios intentó utilizar el paracaídas secundario, pero este tampoco funcionó. La pesadilla de todo paracaidista se volvía realidad. El terror se apoderó entonces de cada célula de su cuerpo al ver la tierra cubana acercándose a velocidad de vértigo. Calculó que solo le quedaba morir con dignidad y gritar “Patria o Muerte” justo antes de aplastarse en el suelo, pero un extraño aleteo en sus espaldas le hizo girarse. y descubrió a un angelito revoloteando a su lado. Pensó que ya se había estrellado contra el suelo y que el angelito se lo llevaba para el cielo revolucionario. El angelito, que leía los pensamientos, negó con el dedo índice.

–Hola –dijo la voz de niño maldito mientras se rascaba una nalga –. Me parece que necesitas mi ayuda.

–Sí, sí, sí, ayúdame que me mato, por tu madre, por dios y por la virgen, sálvame –dijo Rolando y trató de agarrar al angelito, pero este se movía muy rápido.

–Claro que te quiero salvar Rolando, y puedo, pero primero me tienes que ayudar.

–Sálvame primero coño y después me cuentas el problema. No jodas que no hay tiempo, Sálvame por tu madre.

–Nada de eso capitán. El muerto alante y la gritería detrás, primero debes saber que yo soy un angelito contrarrevolucionario.

–Fuera de aquí entonces, gusano, vendepatria, malnacido, abajo la escoria, Pa lo que sea Fidel, pa lo que sea, Pa lo que sea… Abajo el bloqueo genocida.

–Sigue comiendo mierda con las consignas que nadie se cree y además nadie te está oyendo, pero está bien, si no aceptas la ayuda imperialista me voy pal carajo –El angelito le dio la espalda, se alejó dos metros y luego se giró–, Uy Rolando mira lo rápido que se va en caída libre.

–No te vayas, no te vayas, hablando se entiende la gente, si al final somos cubanos los dos, porque seguro que eres un angelito cubano, vamos a buscar lo que nos une y respeto tu opinión, pero sálvame coño, por lo que tú más quieras.

–Te voy a salvar porque me caes bien, pero pon de tu parte y grita bien alto y varias veces, Abajo el Comunismo, Abajo Fidel, Abajo Raúl, Diaz Canel Singao y Patria y Vida.

–Eso nunca lo voy a hacer, primero muerto que desprestigiado. –Rolando intento empujar al angelito –, de mi boca nunca saldrá algo en contra de nuestro comandante en jefe y guía luminoso y mucho menos una consigna que no sea «Patria o muerte».

–Entonces dejo que tu piedra te saque de esta, aunque en realidad casi no tienes tiempo para decidirte, muere entonces por tu ídolo y te digo un secreto. –La boca del angelito se acercó a la oreja de Rolando–. Tu guía luminoso no lo hubiese hecho nunca por ti porque nunca le importaste nada, aunque eso creo que lo sabías.

–Está bien, me rindo, ganaste angelito mafioso de Miami, digo lo que tú quieras, lo voy a gritar, lo grito, sí y bien alto, altísimo, pero coño sálvame la vida.

–OK, me alegro de tu sensatez. Cuando termines de gritarlo estarás con el paracaídas abierto a punto de aterrizar, pero apúrate que ya no hay tiempo y muy importante, no va a funcionar si no lo gritas con todas las fuerzas de tus pulmones, y créeme que se perfectamente cuando gritas al máximo.

-Sí sí, voy. –Rolando suspiró varias veces antes de aspirar todo el aire que pudo y con las venas bien marcadas en su garganta gritó a mas no poder–. ¡ABAJO EL COMUNISMO, ABAJO FIDEL CASTRO, ABAJO RAÚL CASTRO, PATRIA Y VIDA, DIAZ CANEL SINGAO, ABAJO EL COMUNISMO, ABAJO FIDEL CASTRO, ABAJO RAÚL CASTRO, DIAZ CANEL SINGAO, PATRIA Y VIDA…!

El grito resultó tan alto y con tanta potencia que el propio capitán Rolando se despertó del eco en el Palacio de las Convenciones lleno de militantes que escuchaban en silencio el discurso de Raul Castro en el octavo congreso del partido.