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LA PREGUNTA

8 de octubre de 2020

Hay preguntas que no tienen respuesta, o al menos una respuesta correcta. Apenas la respuesta es el comienzo de otra y así hasta el infinito. Algo parecido a la fiesta de imbéciles que hacen el Canelo y su amigo el Gil con la economía cubana. Donde cada solución estúpida resuelve a medias un problema y crea otros dos nuevos. Esa espiral de cagalera mental termina con la ruina absoluta de Cuba, pero yo pienso ahora en espirales que nunca terminan, en la respuesta correcta, en el santo Grial o en la piedra filosofal. Y como Canel y su pandilla de subnormales son más aburridos que una pulga en un cocodrilo, pienso mejor en una mujer.

Una descendiente de la Eva que volvió loca a Adán con su manzana. A la que no sé qué decirle porque ella es mi paraíso, sin embargo, yo para ella soy el gusano en la fruta prohibida o la piedra debajo de la mata, en fin, nada. No le diré un poema porque eso ya está gastado, muy cursi. Le diré una frase que la marque, incluso más que eso, que la deje pensando en la respuesta a la pregunta y que su respuesta me lleve a hacerle una nueva pregunta y así hasta el infinito de horas, días, meses, años, una vida a su lado. Ya llega y ni me mira, claro, porque a las piedras debajo de las matas no se les mira, solo se cogen para tirárselas a un mango y tumbarlo. Cuanto diera por verla solo con sus hojitas de parra, o mejor sin ellas, encuerita en pelota, pero faltan muchas preguntas y respuestas para eso.

Las primeras veces le decía: Hola ¿qué tal?, pero esa preguntica no merece ni una respuesta y ella me ignoraba. Se habrán dado cuenta que soy insistente, quizás tenga el peor defecto del mundo, el mismo del Canelo y el Gil, que es ser insistente en el fracaso y pretender lograr algo distinto cuando hago lo mismo. Dice un amigo que eso no es ser insistente sino tremendo perro comepinga. Le haré la pregunta como un escritor, pondré cara de que estoy pensando en la metáfora de la vida, donde hay interrogantes sin solución. La verdad no es patrimonio de nadie y existen respuestas que escapan a nuestra comprensión. Eso me quedó bien, a ver si ella se lo cree.

La tengo a mi lado y se lo diré ya, déjame meterme primero en el personaje de filósofo escritor o sanaco sin solución. En una pausa sin respuestas acertadas le diré que andamos por el camino que escoge el destino para enseñarnos que la vida no debe ser nunca tomada en serio. Somos demasiado insignificantes para encontrarle un sentido a algo más inmenso que nosotros. Hasta yo me desespero conmigo mismo, ¡Cojones acaba de preguntar!, voy:

¿Quieres que te haga el cuento de la buena pipa?

, le dije y la dejo pensando. Ella me mira y por primera vez me habla: No te mando a decir con nadie que eres tremendo perro comemierda y seguro que primo de Angulo. No todo estaba perdido, me había dejado una rendija abierta para seguir conversando:

¿Cuál Angulo?, le pregunté.