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DESPEDIDA TARDÍA

5 de octubre de 2020

La frase que llevaba demasiado tiempo chocando con las paredes del cerebro salió esa vez en forma de grito atrasado y triste.

–Te amo –el susurro retumbó en todo el lugar.

El tiempo había soplado con demasiada fuerza sobre las dos palabras aguantadas y el sinsentido de la herida en carne viva pintaba el espectáculo de color trágico oscuro. El alivio falso de decir lo que le quemaba el pecho intentó engañarlo, pero la ausencia de respuesta lo devolvió a la cruda realidad. La rosa melancólica quedó abandonada y solitaria encima  del mármol mudo y vacío. El dolor de reconocer la tardanza se lo llevó arrastrando los pies con la cabeza gacha dentro del laberinto de las tumbas silenciosas. Una lágrima apasionada que adornó a la rosa cuando aún vivía entre sus manos se resistió a existir en vano y con persistencia de enamorada saltó de pétalo en pétalo dejando un rastro de dolor a su paso hasta que a centímetros de extinguirse se lanzó al vacío para morir de amor en la piedra fría en forma de chasquido.

–Yo también te amo. –Fue el sonido imperceptible, apenas una vibración que acarició a la rosa inmutable, pero que nadie escuchó.