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Mi homenaje al Doctor Gustavo Sierra González,

6 de mayo de 2021

La meningitis afecta a más de 500.000 casos en el mundo al año, la mayoría niños pequeños, con 85.000 muertes y secuelas en el 20% de los casos. En 1989, un grupo de investigadores cubanos entre ellos el Doctor Gustavo Sierra como autor principal desarrolló la primera  vacuna del mundo contra la enfermedad meningocóccica del serogrupo B que con una eficacia del 83% le valió la medalla de oro otorgada por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Solo en América Latina, incluyendo por supuesto Cuba, se han administrado más de 60 millones de dosis. Este brillante Doctor, Profesor con disímiles responsabilidades y premios en el país, fue fundador de la Biotecnología cubana, participó en la obtención del primer interferón recombinante cubano, así como una trayectoria amplísima en el desarrollo de distintos tipos de vacunas y una experiencia indispensable para el desarrollo de las vacunas cubanas contra el COVID.  

¿Cuántas vidas preciadas, especialmente de niños se han salvado con los resultados de sus trabajos y sus vacunas? ¿Cuánto dinero ha reportado la venta de los disímiles productos desarrollados por su inteligencia prodigios a las arcas del estado cubano? Las ganancias millonarias no son nada comparadas con las lágrimas de dolor que han dejado de llorarse por los millones de niños que han crecido sanos y saludables. Porque la vida no tiene precio.


El doctor Victoriano Gustavo Sierra González entendió eso perfectamente y decidió vivir en Cuba y aportar su talento único por el motivo que fuera y hay que respetarlo. No quiero hablar de ideologías ante un hombre que salvó millones de vidas y que dedicó su vida al desarrollo de la ciencia en Cuba. Su persona merece un homenaje como la copa de un pino, pero también merece justicia.

Sin embargo vivimos tiempos de mezquindades y ese hombre que pudo ser millonario en cualquier lugar del mundo donde seguramente ofertas no le faltaban quiso ante todo, como haría cualquier hombre de bien, proteger a su familia y ante la propuesta de vacunarse contra la COVID, siendo su persona de suma importancia en las investigaciones, exigió que protegieran también a los suyos con el derecho que le otorgaba la entrega de su vida entera a trabajar por los otros con innumerables logros concretos. Pero vivimos tiempos de mezquindades groseras y ante la negativa de sus superiores de no incluir a su familia en la vacunación, el hombre de palabra optó por no vacunarse.

El resto es tragedia. El virus y la desidia del sistema de salud fueron implacables, resultó mal atendido por ese mismo sistema que el mismo financió con su mente brillante y falleció sin la menor consideración. No recibió el cuidado que merecía y que le hubiera salvado su preciosa vida.


La vida no es justa, pero estas cuotas de injusticia que tuvo que sufrir en sus últimos momentos superan por mucho los valores aceptables que las personas de bien son capaces de tolerar. ¿Quién repone su vida? ¿Quién se responsabiliza de ella? ¿Quién es capaz de negarle la protección a la familia de un hombre que ha salvado y salva, millones de vidas en el mundo? ¿Es suficiente una nota en el periódico haciendo recuento de sus méritos indiscutibles o un texto en la mesa redonda? Una sociedad que no es capaz de cuidar y recompensar con gratitud a sus mejores hijos es una sociedad enferma.

Tengo ganas de llorar y de gritar, de furia e indignación, ¿Cómo podemos permitirnos el lujo de prescindir de los mejores en un mundo cada vez más sucio, más corrupto y mentiroso? A su familia mi pésame que incluye el dolor que cada una de los millones de personas que él salvó debe estar sintiendo sin lograr explicarse el motivo.

Mi respeto eterno Doctor, gracias por toda la vida que usted le regaló a este planeta injusto. La misma vida que usted merecía y que los corruptos y mezquinos no supieron ni quisieron cuidar. Usted es un héroe de verdad, no de los que se visten de verde y hacen guerras donde mueren inocentes y terminan llenándose los hombros de estrellas. Usted es de la categoría superior de héroes, de los que salvan vidas. Descanse para siempre en paz querido Doctor Sierra.

Lee aquí mi carta a Díaz Canel como responsable de la muerte del Dr. Sierra