MUY PRONTO EN ILÍADA EDICIONES
…En el último día de clases de mi sexto grado se hizo una fiesta en la escuela. No recuerdo cómo terminé con dos amigas de mi edad en la casa. Ya mis hormonas me enloquecían y ese efecto me dura hasta hoy. Las muchachitas protestaron por el calor y yo quise aparentar que era un machito dispuesto a todo. Aquí lo que hay que hacer es encuerarse, les dije medio en broma o medio en serio. Mis dos huéspedes me demostraron que ellas sí eran unas hembritas dispuestas a todo y se desnudaron en un dos por tres. En aquel momento mis experiencias sexuales consistían en escenas de películas muy poco explícitas y aún no tenía idea dónde quedaba y cómo se veía el hueco donde se encajaba el pito erecto. Me atrajeron las tetas de una de las dos, eran incipientes pero el pezón abultado me pareció a punto de explotar. La bestia, entonces un potro inexperto, tomó el mando y dejó al jinete al garete. Cargué a la hembra desnuda de tetas hinchadas y la tiré encima de mi cama. Olvidé a la otra que estaba un poco gorda y sus pezones aún eran de macho. Comencé a mover mi cadera para empujar mi pito de hombre entre las piernas apretadas de la muchacha. Pensé que aquello tenía que entrar por algún lado, pero mi compañera de cama no cooperó y aquello resultó más difícil que colar a un camello por el ojo de una aguja. Si mi tranca hubiese tenido filo hubiese cosido a puñaladas a la muchachita. Ella tenía el susto en los ojos y se cagaba en su madre por encuerarse o en la mía por volverme un enfermo sexual. En medio de la pelea en busca del hueco perdido me sorprendí con la salida de un líquido por el pito. Digo líquido y me niego a nombrarlo semen, de la misma manera que evito nombrar aquel momento como orgasmo, porque en vez de placer me aterró. Se pareció a orinar cuando ya no se puede aguantar más. ¿Qué has hecho, loco?, gritaron las encueradas que ya no lo eran porque se vistieron más rápido de lo que se habían desvestido. No pasó nada, dije y las novatas no me oyeron porque ya huían a todo correr por la calle de mi casa…