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MI CARTA A FREI BETTO

15 de marzo de 2022

Ven acá Frei Betto o Carlos Alberto Libanio, que también es tu nombre,

Me has puesto a pensar y no por la cantidad de saladito sabroso que me he perdido, según tú, al botar la cáscara de la papa, sino porque me pregunto qué ha provocado que tengas que venir del Brasil a hablar tantas estupideces juntas y sin sonrojarte.

A ver Carlos Alberto, para entenderlo empecemos desde el principio. Definitivamente a ti te da lo mismo chicha que limoná, el carioca que el paulista, pan de yuca o de harina, la esencia de la zanahoria o su verdolaga, pero eso se nota desde siempre porque de otra manera no se explica que un hombre que haya luchado contra una dictadura e incluso haya estado preso, se preste después a hacerle el jueguito a otra dictadura. ¿O es que te nos pones flojito con el tiempo? No se puede negar que eres un tipo que se mete muy bien dentro del personaje y puedes decir cualquier cosa, ya sea mandar a freír yuca sin aceite o explicar cómo se mea delante de un ventilador encendido sin salpicarse.

Para  empezar te nos hiciste famoso con eso de la teología de la liberación, cosa esta que nadie sabe muy bien de qué se trata y que a nadie ha liberado todavía, pero sabemos que a ti eso no importa lo mismo que les importa a los europeos la hoja de la zanahoria y la cáscara de la papa. Pero si te da para vivir de la muela lo haces y hasta te lo crees.

A los cubanos no se nos olvida que te conocimos por el librito que le hiciste al cara de Coco, quien aburrido de sus guerras africanas tenía ganas de libro. Resulta que el hoy ceniza dentro de una piedra era además de tremendo hijoeputa, un vago del carajo y no tenía ganas de sentarse a escribir ni una oración, así que buscaba a cualquiera que estuviese dispuesto a oírle su monserga, porque a él lo que le volvía loco era hablar hasta por los codos. Entonces ordenó que agarraran al primer extranjero con cara de comemierda que tocara la avenida Boyeros y se lo trajeran. De sopetón te ganaste la rifa del guanajo. Llegaste a su oficina muy contento porque te imaginaste que eras especial y te pusieron un mamotreto con un montón de preguntas delante y te dijeron, pregunta y copia rápido. Tú cumpliste y preguntaste una a una las interrogantes y te metiste como dos días escuchando al cara de Coco repetir su muela una y otra vez. Terminaste con una bursitis brutal en el codo de escribir sin parar, editaste como pudiste lo mismo repetido siete veces y se lo pasaste a los que lo revisaban. Les gustó tanto que de premio dejaron que fueses el autor del libro “Fidel y la Religión”.

El libro tuvo muy buena acogida en Cuba y no solo porque editaron cientos de miles de ejemplares en la editorial del comité central y obligaban a la gente a leerlo y discutirlo, también los regalaban a trocha y mocha. A ti te invitaban a charlas y te tomaron cariño porque el español con acento brasileño es muy meloso y no te ponías bravo cuando te preguntaban en cualquier conversatorio: ¿Frei Betto, Frei Betto vamos a jugar al esqueleto? (para los que no saben, en el esqueleto tú te agachas y yo te la m…). Tú te reías mucho de las ocurrencias y del juego propiamente dicho, el cual terminaste practicando. (No voy a decir en cuál de los dos lados)

Al final terminas creyéndote otra vez que eras especial. No importaba que no existieran motivos porque si lo analizas bien, el libro lo copiaste, lo de la teología de la liberación la gente lo confunde con Jesucristo Superstar y bastantes personas son capaces de pelar una yuca entera con la boca y sin tocarla con las manos. De ahí viene seguro tu insistencia en el pan de yuca y por cierto ni se te ocurra mandar a los cubanos a freír la cáscara de la yuca porque ahí sí que te cagas fuera del tibor porque es venenosa.

El problema no resultó tu afición a las cáscaras de los tubérculos, sino que los muchachos de la seguridad se enteraron y te hicieron más de tres horas de video explicándole a un moreno del barrio de Colón los beneficios de no freír la yuca y comérsela sin grasa. Claro que le creíste a los muchachones de la seguridad que ese video lo habían grabado accidentalmente y que al final ellos solo querían ayudarte.  Tú te quedaste un poco apenado por el tamaño de tu cavidad bucal, que a simple vista parece normal y te regresaste al Brasil a comer carne de res, a seguir liberando con la teología rara que habías inventado y a vivir en democracia porque eso de criticar al gobierno a todo el mundo le gusta mucho y se extrañaba.

Pensabas que ya todo había acabado, por eso aceptaste la invitación a una comelata en La Habana. A ti las comelatas de verdad te vuelven loco y no calculaste que los muchachos de la seguridad tienen una memoria del carajo. Ellos cuando quieren ser cariñosos lo son y te pidieron por favor (en honor a la vieja amistad) que los ayudaras con unas boberías ahí, una simpleza. “Caralho, como eu vou ser capaz de dizer tudo isso?”, les dijiste pero los muchachos de la seguridad no hablan portugués y te regalaron una palmadita en la espalda y hasta las gracias te dieron. Lo que sucedió es conocido, te pusiste a decir que la cascara de papa es rica, que el aceite es malo, que es mejor el pan de yuca que el de harina, que las hojas de la zanahoria son buenas y bla, bla, bla.  Sin sorprender a nadie que no te conociera ¿si le pusiste tu nombre a un libro que copiaste, qué más daba decir sandeces frente una cámara?

Ponte serio Carlos Alberto y dime con honestidad que tú desayunaste, almorzaste y comiste ayer. Si me sales con una cáscara frita o con una ensalada de hoja de zanahoria, mereces que te suelten un mes en un solar de la Habana Vieja. Entonces te darías cuenta qué cosa es pasar trabajo y que los cubanos no necesitan a un imbécil útil como tú para que venga a decir cómo resolver comida cuando no hay nada. En Cuba ya se comió el bistec de cáscara de toronja, el de frazada, o la pizza de preservativos, se usa la cáscara de piña en la garapiña, se come perro sin tripa, picadillo de cresta y patas de pollo, masa cárnica sin carne, tripas de puerco, las croquetas de vegetales sin vegetales ni carne, el muslo de pollo para tres personas, en fin, Frei Betto, regresa al Brasil, que ya te estamos cogiendo un odio de tranca porque toda esa bazofia se come, pero por necesidad y sin orgullo de estar comiendo mierda.  ¿O acaso tú crees que los cubanos de la isla no sabemos que la estatura promedio del cubano disminuye? Pero insistes en bajar unos centímetros más ese valor.

Te pasaste de la raya, cómo es posible que tengas otros libros, que espero hayas escrito tú realmente, donde criticas la desigualdad social en Brasil y vengas tan campante a Cuba a vender y a justificar desigualdad social. Te tienen cogido por los huevos Frei Betto. Vergüenza debería de darte, pero resulta que toda tu palabrería es mentira y de vergüenza sabes lo mismo que de cáscara de papa o de pan de yuca, Nada, absolutamente nada.

Mejor regresa al Brasil y no te tires más mierda arriba, quizás allá no descubran que eres un farsante.

Das lástima.

Un cubano que está cansado de tanto engaño:

Oliet Rodriguez Moreno