General de Ejército sin batallas,
Escribo esto con cierta contradicción porque siendo usted el responsable de la calamitosa situación que se vive en Cuba, también es una persona mayor y a los ancianos se les considera, pero me gustaría reiterar la diferencia entre culpable y responsable, pues parece que a muchos, incluyéndolo a usted, les cuesta o no quieren verla quizás por la edad o por la desvergüenza, mal este que también se acrecenta con el tiempo. A su culpabilidad en el drama cubano, aunque yo personalmente no dude de ella, le puedo ofrecer el beneficio de la duda, pero de lo que sí no podrá huir ni usted, ni su hermano, ni los dirigentes del país es de su RESPONSABILIDAD en la situación de la Cuba actual. La misma responsabilidad que usted les exigió a sus subordinados y ministros durante los últimos 62 años, pero que nunca aplicó consigo, primero como segundo al mando y cumplidor de las políticas de su hermano y luego como primer y todopoderoso dirigente durante más de 13 largos años. Cualquier persona sensata acepta que el responsable del éxito o el fracaso de un proyecto corresponde a quien lo dirige, y usted la aplicó sin dudar para sustituir a ministros y dirigentes durante todo su mandato. Quien dirige un grupo de personas debe ser capaz de sobreponerse a las dificultades y tomar medidas inteligentes y valientes que garanticen la prosperidad y el bienestar de los suyos en cualquiera de las circunstancias sin excepción. No lograr que el pueblo que se gobierna y representa viva mejor y culpar a eventos externos como el embargo de los nefastos resultados obtenidos ocultando las desastrosas decisiones tomadas, además de ser en extremo manipulador es muy cobarde. Yo pienso que usted incluso es más responsable que su hermano, porque tuvo mejores oportunidades que él, pues tuvo el pretexto y la posibilidad de corregir el rumbo económico como China o Viet-Nam sin incluso renunciar a su ideología anticuada e ineficiente o tomar la rosa blanca que el presidente Obama le ofreció en discurso memorable y que usted intentó desvirtuar primero alzándole la mano en gesto penoso e innecesario y luego irrespetándolo e insultándolo para terminar ahora implorando la misma rosa blanca ofrecida y mandada a escupir por usted. Yo prefiero pensar que detrás de esa actuación no está la mezquindad sino el MIEDO, un terror a perder el control y el poder que lo llevaría a ser enjuiciado por los crímenes que pesan sobre sus espaldas como el derribo de las avionetas de hermanos al rescate y otros que con seguridad nadie conoce. Por mezquindad o por miedo, o por los dos a la vez, sus intereses personales siempre han estado por delante de la prosperidad del cubano y en su despedida nos lo demuestra escogiendo la posible hambruna antes que poner en riesgo su poder. No encontré una palabra de autocrítica y menos medidas imprescindibles para evitar convertir a Cuba en un país fallido, simplemente más de lo mismo y tal parece que sacó el discurso de un Granma de los años 80. Me resulta difícil escucharlo y convencerme una vez más de lo separado que ha llegado a estar de la Cuba profunda y sufrida que a nadie del gobierno o del partido le importa y menos a usted que estuvo más de 13 años con el poder absoluto y lo único que tiene para mostrar como logros son la liberación de la venta de carros y casas, que los cubanos puedan entrar a los hoteles y alquilar carros y comprar celulares, medidas que necesitan menos de un día para ser tomadas. ¿Y el vaso de leche? ¿Y los campos de Marabú? Seguimos sin vaso de leche y con Marabú por todos lados, la menor producción agropecuaria que nunca ha tenido Cuba y una zafra similar a las del siglo XIX. Le recuerdo que Cuba tuvo otro general presidente de nombre Gerardo Machado y Morales que sí utilizó su estribo en la guerra de independencia contra España y que sí fue elegido por los cubanos dos veces en elecciones generales y solo estuvo 8 años en el poder hasta que los mismos cubanos se cansaron porque quería hacerse un dictador en una época en que 8 años parecía demasiado. Olvidemos la ideología y busquemos cuantas cosas concretas hizo Machado en 8 años: El Capitolio, El actual Paseo del Parado, La quinta Avenida, La Avenida de los Presidentes, el muro de Malecón en la Avenida del Puerto, El hotel Nacional y el Presidente, El Palacio de Bellas Artes, La Carretera Central y Hospitales como el de Maternidad de Línea y comenzó a construir el Pedro Borrás, el mismo que usted demolió para convertirlo en Hotel. Que Machado era un dictador y que probablemente había corrupción en su Gobierno no lo pongo en duda, pero ahí están sus obras y su legado, a pesar de la corrupción. ¿Qué diferencia la Cuba que Usted tomó a la que nos deja? ¿Qué obras ha construido? ¿Cuántos problemas ha resuelto? De construcciones tiene solo una lista de Hoteles imposibles de pagar por la inmensa mayoría de cubanos que viven en condiciones precarias. La diferencia real que nos deja antes y después de su mandato es más corrupción, más militarización, más hambre, más miseria, menos esperanza, más represión y más dependencia de los Estados Unidos, además que nos abandona con una banda de incapaces que siguen sus órdenes como buenos títeres y nos quieren vender tratándonos cual estúpidos un neoliberalismo brutal e inhumano vestido de ordenamiento. Esos títeres que repiten sus palabras ventrílocuas tiemblan al igual que su dueño al escuchar la palabra satánica “propiedad privada” e inventan vocablos aberrantes como «cuentapropismo» o «propiedad no estatal» a la vez que mienten sin rubor alardeando de una revolución socialista que si Karl Marx despierta se muere de un infarto. No ha existido nunca en Cuba un gobierno más traidor y anexionista que el suyo, que cifra sus esperanzas en las medidas tomadas por un presidente extranjero y que incluso traiciona los mismos ideales que una vez defendió. La verdadera soberanía de un país solo es posible a partir de la prosperidad de la sociedad y de sus ciudadanos y solo hace falta salir a la calle para comprobar que nadie ha acercado más a Cuba y a los Estados Unidos que usted. General, su único mérito y del cual puede vanagloriarse en exceso es cumplir a rajatabla su prioridad número uno de mantenerse en el poder a toda costa, nada más, y eso es más demérito de los cubanos, entre los que me incluyo, que mérito suyo. Porque si usted no hubiera tenido la suerte de crecer bajo la sombra del hermano que tuvo, hoy estuviera en la cola del pollo de Birán o de un barrio Santiaguero.
Acabe de irse ya. Nadie más que sus tracatanes, lamebotas y recoge migajas lo van a extrañar. Aproveche su última oportunidad de hacer por primera vez algo por su país, disuelva el Partido Comunista y llévese con su estribo nunca utilizado a todos sus familiares, amigos y al gobierno completo. Chivateélos, haga que se descubran sus incontables cuentas escondidas para procesarlos y así tal vez pueda vivir su retiro como testigo protegido en paz. No hable más que solo demuestra que los cubanos a usted le importan lo mismo que el precio de la cerveza en Japón. Su mentira por mucho que la repita no se convertirá nunca en verdad, porque la realidad cubana es demasiado terca. La Cuba que usted y su hermano han destruido no puede esperar más para renacer de sus cenizas. El sufrimiento ha sido excesivo y nos merecemos un futuro de verdad, no la mentira que nunca llega tantas veces prometida y alargada por usted en 62 años. Permita que alguien le demuestre que poner las tierras cubanas a producir y que cada cual pueda tomarse un vaso de leche es mucho más fácil de lo que usted pueda imaginarse. Debería avergonzarse que deja un país donde decir lo que se piensa es un delito y donde la palabra libertad es un insulto que te puede costar el cartel de terrorista. Le deseo de verdad una vida larga y un retiro tranquilo porque lo peor que le puede pasar a un viejo nonagenario es terminar su vida en una cárcel merecida.
Uno de los tantos cubanos a los que usted le jodió la vida
Oliet Rodriguez