Diario alegre de un cubano en Alemania
Me despierto a las tres de la madrugada y hay un tipo inclinado sobre mi cama, es muy gordo, barbudo, viste al descuido y con una sonrisa pintada en el rostro. Doy un salto, le doy una patada al intruso y lo que creía un hombre de carne y hueso, explota como pompa de jabón. Anoche dejé una ventana abierta y me arremolino dentro del edredón para huir del frío. No dejo de pensar en el gordiflón sonriente, parecía tan real. Amanece y como no voy a dormir más me dedico a navegar por páginas web paranormales. Soy presa de un espíritu burlón. Recuerdo una canción de la orquesta Aragón.
…Espíritu burlón, aléjate de mí. En una sesión un día, me dijeron que jugara la bolita y la charada y también la lotería. Espíritu burlón, aléjate de mí…
Tarareo la letra. Para liberarse de un espíritu encarnado es importante no temerle y actuar con naturalidad. Lo traje conmigo desde La Habana en el avión. ¿Será el causante de que no me respondan ninguna de las ofertas de trabajo a las que apliqué? A media mañana tengo una cita en un club nocturno donde buscan gogós. Me desnudo frente al espejo y me paso una camisa por entre las piernas al ritmo de la canción. El trabajo de gogó es mío.
…Espíritu burlón, aléjate de mí. Hice lo que me mandaron, usé lo que me dijeron, me he quedado sin dinero y en la calle me dejaron. Espíritu burlón, aléjate de mí…
El espíritu burlón atraviesa la pared del baño y se tumba de espaldas al suelo a reírse. ¿Y esa gracia?, le digo. La dieta del pan con jamón no te asienta, creo que dice. En mes y medio he engordado más de 10 kilos. La barriga y las tetas me saltan como natilla a la que le mueven el plato. En el club nocturno serán inclusivos y no me discriminarán por gordo. Para gustos, colores y tener gogós de distintos pesos, razas y nacionalidades mejora el negocio. No me molesta que mi fantasma se divierta conmigo, así se desencarna más pronto y me deja en paz.
…Espíritu burlón, aléjate de mí…
Llegué al night club. El dueño es un gordo barbón muy parecido al espíritu burlón. Me invita a entrar a un salón con una pista de baile en el centro. En inglés me ofrece un café que sabe a culo. Solo por tomármelo sin vomitar me debería dar el trabajo. Claro que puedo trabajar por las noches, le respondo su pregunta, además soy flexible y aprendo rápido. Báilanos algo, me exige mi futuro jefe. Of course, digo y al arrancarme la camisa vuelan tres botones por los aires. ¿Qué música prefieres?, pregunta el dueño del club. Espíritu Burlón cantado por la orquesta Aragón de Cuba, pido en voz alta y en unos segundos suenan los acordes. Dos mujeres que barrían el piso se acercan a observarme. El espíritu burlón se recuesta en el dueño del club, parecen gemelos, sólo que el espíritu está feliz. ¿Ese fantasma no va a parar de reírse nunca?
La mujer se me corrió, sin empleo me quedé. Para colmo de revés, ahora me he enfermado yo. Espíritu burlón, aléjate de mí…
El dueño resulta más jodedor que el espíritu burlón y me hace bailar la canción completa. Tenía ganas de divertirse con un gordito saltarín. Te vamos a llamar, me dice. Usted no tiene mi número telefónico, le comento. Te llamaremos, te llamaremos, insiste y me empuja hasta la salida. Me despide con un “buena suerte”. Uf, mi trabajo de gogó murió antes de nacer.
En el camino de regreso entro en una pizzería de nombre Kachemira. En un cartel se anuncia que buscan trabajadores. Pregunto por el dueño y sale un Paquistaní con turbante al que no le entiendo lo que dice. También usa barba, pero es un hombre muy delgado. Le pido que me hable en inglés y lo hace, pero le entiendo menos. Parece que necesita friegaplatos y mediante señas me pide que regrese al siguiente día a las 11 de la mañana para un día de prueba. Paga ocho euros la hora y una pizza gratis. Si cambio mi dieta de pan con jamón por la de la pizza alcanzaré el peso del espíritu burlón, hasta ajustadores voy a tener que usar.
Mi nuevo trabajo alegra a todo el mundo. A Kristine Marie, que dejará de joderme con buscar trabajo, a Karlota, que podrá templar conmigo, a mí que voy a poder comer algo más que pan con jamón y al espíritu burlón, bueno el espíritu burlón siempre está contento. Ahora me pasa el brazo por encima del hombro. Este cabrón risueño sabe algo que no me quiere o no me puede decir. Le gusta que yo engorde. Me miro al espejo. Si a la mujer gata le gusta mamar tetas de hombre, se va a divertir muchísimo
…Espíritu burlón, aléjate de mí. Me tengo que despojar, basta ya de salación, este espíritu burlón, me lo tengo que quitar. Despójate, despójate…
Llego a la casa y llamo a Julio. Cuando le cuento de mi trabajo de pizzero me felicita, pero al comentarle del espíritu que tengo encarnado se asusta. Voy para allá, estás en peligro y necesito despojarte, me dice. Al rato se aparece con un tabaco prendido y un gajo de arbusto. Me obliga a ponerme en calzoncillos en medio de la sala. Julio me llena de humos y a golpearme con los gajos del arbusto por todo el cuerpo. Aléjate espíritu, aléjate, grita Julio y el fantasma se tiene que aguantar la barriga del acceso de risa. Huelo a cenicero y menos mal que mi amigo escogió un arbusto sin espinas. El ruido de unas cartas que se cuelan por debajo de la puerta interrumpe la sesión espiritista. Son tres y mi nombre se lee en ellas. Julio tiene cara de curiosidad y el espíritu me mira con ojos brillosos.
Las leo y como no estoy seguro de lo que dicen en alemán se las entrego a mi amigo. Sí, Sí, me grita Julio y me abraza. Tengo tres entrevistas de trabajo en los próximos días. Mi carrera de friegaplatos, el paquistaní con turbante y la dieta de la pizza se van al diablo. Julio, detén el exorcismo, el espíritu burlón me trajo suerte. Mi amigo, que se había tomado lo del fantasma como una jodedera, acepta mi decisión y se va. Me quedo con mi espíritu a solas, lo observo de arriba abajo. Se parece al profesor de Mecánica Industrial de la CUJAE que me encontré en el MINREX cuando iba a legalizar mi título. ¿Tú también te vas?, nos dijimos entonces. El espíritu burlón se ríe por toda la risa que aguantó aquel día el profesor. Me gusta su alegría y sus carcajadas contagian. Quédate gordo, ya no estamos en Cuba, le digo, lo tomo de la mano y lo saco a bailar. Mañana voy a buscar a Karola.
…Espíritu burlón, aléjate de mí. Espíritu burlón, aléjate de mí…
CONTINUARÁ…